Pedaleando un domingo por la mañana

Tensión en los tobillos mientras escuchas a los pájaros animándote a subir, en tu piel sientes el frío mezclado con las gotas del sudor que empiezan a recorrer tu cuerpo mientras el aire te indica que llegaste a tu punto. Te regresas con el viento en contra y en tus brazos sientes los golpes de las piedras que te hacen sonreir. Vienes saltando con los pies firmes en los pedales y en las curvas tienes que bajar un pie para mantenerte firme. Al final terminas platicando con la gente del pueblo tomándote tu merecido jugo de naranja con yema de huevo de parlama. Es un fantástico inicio de fin de semana. Paz hermanos

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